
Los sucesivos gobiernos estatales del régimen post-franquista 
utilizan la Constitución Española como martillo de herejes. Y no sólo 
por la aplicación del 155. En cambio, cuando se les recuerda el artículo
 47 de su sagrada C.E., que dice eso de "todos los españoles tienen 
derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada", miran hacia otro 
lado.
Que una necesidad básica, como es la vivienda, sea un quebradero de 
cabeza para gran parte de la clase trabajadora, no es un pequeño fallo, 
una desviación o una incongruencia entre oferta-demanda. Es la misma 
esencia del sistema capitalista que solo entiende de beneficios.
Mientras la riqueza se concentra en manos de unos pocos, se rescatan 
Cajas de Ahorro, como Bankia, o se regala por 1 € el Banco Popular, a 
nosotr@s nos quedan salarios bajos, precariedad o desempleo, hipotecas a
 cuarenta años, miles de desahucios, cortes de suministros, alquileres 
altos...
Bueno, no pasa nada. La economía se está recuperando, el paro baja y 
el gobierno del PP va a sacar el "Plan Estatal de Vivienda 2018-2021", 
con el que jóvenes, pensionistas y familias podrán, por fin, acceder a 
esa vivienda digna que dice el Artículo 47.
Este Plan de Vivienda sigue en la estela y la filosofía de los planes
 anteriores, que tan "buenos" resultados han dado: utiliza los recursos 
públicos para transferirlos a intereses privados. No sólo las familias 
están a la expectativa para saber cuál es la cuantía que pueden recibir,
 sino también constructoras y, sobre todo, fondos buitre, que quieren 
sacar tajada del mercado inmobiliario.
Suponemos que no se habrán dado cuenta de que en el Estado español se
 ha construido más que en media Europa, mientras que los precios no 
hacían más que subir, porque se vuelve a insistir en el fomento de la 
construcción y, encima, se dan ayudas a las empresas para que la lleven a
 cabo. La diferencia reside en que ahora el requisito es que estas 
viviendas nuevas se destinen al alquiler (durante 25 años como mínimo) o
 que sean para mayores de 65 años. Sin olvidar, por supuesto, las ayudas
 a la rehabilitación de inmuebles. ¿Utilizarán los fondos buitre estas 
obras para subir los alquileres y expulsar a las vecinas de los barrios?
 ¿Cuántas personas se podrán permitir reformar esas viviendas en ruinas,
 cuando no pueden ni llegar a fin de mes? Que no falte la coletilla de 
la eficiencia energética, para construcciones posteriores a 1996, con la
 que subirse al carro ecologista.
Igualmente, se insiste en el timo de las hipotecas convenidas, a tipo
 fijo, como dicen ahora los voceros del capital, y las ayudas a la 
adquisición de vivienda.
¿Y para esa juventud precaria que sueña con irse de casa de sus 
padres? Se repite la misma historia: ayudas al alquiler, que ya 
produjeron alzas en el coste de esas viviendas.
Otro cambio, respecto a planes anteriores, es que en estos años se ha
 producido un fenómeno terrible, que ha afectado a cientos de miles de 
familias: los desahucios. Y la solución es que el banco malo (la SAREB) y
 otras entidades que se quieran sumar voluntariamente a un acuerdo, 
pongan precio al alquiler de las viviendas, entre 150 y 400 €, que serán
 ofrecidas a las familias desahuciadas. Éstas, a su vez, podrán recibir 
una subvención para pagar este alquiler social. Primero se rescatan 
bancos, luego éstos se quedan con los pisos y las familias con la deuda,
 y finalmente se paga a los primeros para que pongan a disposición de 
las familias unos pisos que llevan años vacíos.
Este mismo gobierno, que vende humo, se dedica a recurrir ante el 
Tribunal Constitucional las leyes autonómicas, como la catalana, que 
mejoran en algo -lo cual no es muy difícil- la legislación estatal en 
esta materia. Este mismo partido, junto a su marca blanca Ciudadanos, se
 ha negado a admitir a trámite una Iniciativa Legislativa Popular que 
buscaba crear una "ley urgente por el derecho a la vivienda", en la cual
 se introducían la cesión de uso de viviendas vacías de bancos y grandes
 tenedores, el alquiler en base a los ingresos, participación vecinal o 
el principio de prudencia, para que el monopolio energético no pueda 
dejar a las familias sin suministros básicos, algo que tantas muertes ha
 producido ya.
Mientras esto ocurre, el pasado 3 de marzo se realizaba en Madrid una
 gran manifestación para presionar al Partido Popular y exigirle que no 
vetase la tramitación de la Ley de Vivienda propuesta por la PAH, que es
 una reforma legislativa urgente y de mínimos: dación en pago 
retroactiva, parque de vivienda social, ni un desahucio más, alquileres 
asequibles y suministros garantizados…
Mientras tanto, el movimiento seguirá luchando día a día, en la 
calle, contra bancos, fondos buitres y poderes públicos. Defendiendo a 
nuestras vecinas y recuperando viviendas vacías.
Nos levantamos y les decimos: SI SE PUEDE.