Estamos viviendo uno de los mayores
retrocesos en los derechos laborales. Reforma laboral, recortes
sociales, privatización de servicios públicos, rescate a la banca, tasas
judiciales, futura reforma de ley de bases de régimen local, recortes
del gasto público en educación, sanidad, vivienda y servicios sociales
nos sitúan a la clase trabajadora en un panorama con seis millones de
tasa de desempleo y ejecuciones contínuas de desahucios que abocan a los
y las trabajadoras a una indefensión personal que se traducen en el
aumento de enfermedades mentales y suicidios.
Un sistema capitalista y patriarcal que
nos empobrece a la clase trabajadora y se ensaña especialmente en las
mujeres. Mayor tasa de desempleo que los hombres, menor salario a igual
trabajo, mayor precariedad y trabajos a media jornada, mayor carga en
las responsabilidades familiares y de atención a menores y mayores,
menor participación social, sindical y militante, menor presencia de
mujeres en cargos de gestión, que no son fruto de la causalidad y del
determinismo.
Según la EPA hay prácticamente el mismo
número de hombres que de mujeres en edad laboral, más del 25 % de la
población activa está en paro, pero la tasa de desempleo es superior en
mujeres, alcanzando el 26,7 %. Los contratos a tiempo parcial son
aceptados por mujeres, en su mayoría.
Son las mujeres quienes trabajan en los
sectores de servicios que más se han visto atacados por la crisis,
hostelería, limpieza, sanidad, educación, servicios sociales y por tanto
mayor afectadas por su salida del mercado laboral. Constituyen el 80%
en los servicios públicos, que se ven afectados por ERE.s y procesos de
privatización
En caso de continuar trabajando, el
salario anual-tipo de la trabajadora sólo llega al 76% del salario tipo
del trabajador. Las trabajadoras cobran por hora un 16,2% menos que los
trabajadores, de media, según informe emitido por la UE
Con
la última Reforma Laboral se elimina la calificación legal de la
ausencia de discriminación por género en el trabajo como “garantía”, la
posibilidad del disfrute indistinto y conjunto del permiso de lactancia
en supuestos en los que padre y madre trabajen, dificultando
notablemente la aplicación del principio de corresponsabilidad en la
crianza de los hijos e hijas y le aplica la estricción de la posibilidad
de reducción de jornada por cargas familiares a la jornada diaria,
abocando a las personas que tienen dichas cargas en muchas ocasiones al
abandono del empleo por perder de esta manera casi cualquier posibilidad
de conciliar su vida laboral y familiar.
En el ámbito familiar las mujeres
dedicamos un 33 % más de tiempo a las actividades domésticas respecto al
resto de miembros de la unidad de convivencia. Y en el ámbito sindical
tenemos una menor afiliación porcentual, y nuestra vida activa para la
asunción de cargos está directamente vinculada a la edad fértil y a las
responsabilidades de atención sociosanitaria de familiares. Pérdida de
empleo, falta de capacidad económica para cubrir las necesidades básicas
de alimento, educación y vivencia unida a una falta de red de apoyo
social y familiar desemboca directamente en procesos de exclusión social
en la que las mujeres somos más vulnerables.
Visto así, el panorama que tenemos las
mujeres trabajadoras no es precisamente el deseable para nadie. La lucha
por la igualdad es cuestión de toda la clase trabajadora y se hace
extensible a todas las facetas vitales, trabajo, sindicalismo, unidad de
convivencia, participación social. Denunciar nuestra situación para
cambiarla, incorporar las reivindicaciones laborales con perspectiva de
género en nuestra ruta sindical, adaptar nuestro funcionamiento sindical
a las necesidades de compañeras y compañeros, corresponsabilizarnos
para luchar contra la desigualdad y por el reparto de la riqueza y el
trabajo es el objetivo de la CNT.