Votar: dícese de aquel acto de irresponsabilidad que consiste en meter una papeleta en una urna y esperar a ver qué pasa.
Y decimos irresponsabilidad porque supone delegar nuestro poder de
decisión, nuestro juicio y nuestra capacidad de organizarnos y convivir.
Esta delegación supone la anulación de la autorregulación de la
sociedad por sí misma quedando subyugada al poder económico y político
de unos pocos. Esta delegación supone que aceptamos lo que ellos
decidan.
Algunos argumentos utilizados para convencerte de votar:
"Si no vas a votar no tienes derecho a quejarte". Fruto de una
distorsión absoluta del funcionamiento de las estructuras políticas y
ante la cual quizás lo mejor es responder con otra frase categórica que
dice que "la queja es el muro que separa la necesidad de la acción, lo
que hay que hacer es actuar".
"Hay que votar porque vivimos en democracia". Demo=pueblo, Cracia=poder. Parece un chiste de Mafalda.
"Son las normas del juego que hemos aceptado todos". Considerar que
la constitución del 78 ha sido decidida por todos, es mucho decir, y ya
no solo por su cuestionable proceso de "transacción" política, por los
condicionantes de presión y chantaje de dicho referéndum, sino por una
cuestión simplemente biológica, pues nadie que tenga menos de 56 años
tuvo siquiera la oportunidad de votarla.
"Hay que parar a la derecha". Argumento utilizado cual "hombre del
saco" por quienes se reclaman de izquierdas... pero que cuando llegan al
poder llevan a cabo políticas de derechas.
"La política es un servicio público". La clase política, permitid la
ironía, sí que está bien privatizada. Viendo a quién favorecen con sus
decisiones, llamarles servidores públicos es una broma.
"Hay que votar porque los políticos nos representan". Curioso truco
de magia a través del cual depositando un papel en una urna y a imagen y
semejanza de Dios, que está en todas partes y todo lo sabe, este poder
pasa al político que lo utilizará para solucionar nuestros problemas.
Salta a la vista que los votantes no hacen seguimiento de los
incumplimientos del "programa electoral" de los partidos cuando
gobiernan.
MÁS DE LO MISMO O LAS FALSAS ILUSIONES
Es necesario cuidarse de los nuevos grupúsculos políticos que, en el
actual contexto de hastío popular, tratan de renovar las esperanzas en
el parlamentalismo. Bajo una apariencia rupturista y radical (recuperar
los espacios de debate e intervención ciudadana, eso sí, sin decirnos
cómo...) nos venden una vez más la misma moto, basada en la delegación
política mediante votaciones, y que se evidencia en un programa
electoral populista (sólo se significan en las cuestiones actualmente
más mediáticas). Esto, cuando no encarnan directamente un fascismo de
nuevo cuño. No nos ofrecen soluciones en el mundo laboral, siendo este
el ámbito que más tiempo nos ocupa en la vida y el pilar sobre el que se
sustenta todo lo demás. Sus programas carecen de cualquier estrategia
para salir del binomio capitalismo-estado, quedándose solamente en
ofrecer la promesa de un capitalismo con rostro humano bajo la tutela de
un gobierno formado, esta vez sí, por personas honradas.
¿Y QUÉ ALTERNATIVAS HAY?
Están muy interesados en que tengamos miedo al cambio, en hacernos
creer que vivimos en el mejor de los sistemas posibles, porque si no,
"nos comeríamos unos a otros".
La antropología política nos muestra distintos ejemplos reales de
múltiples tipos de estructuras sociales que han vivido de forma
horizontal durante miles de años.
La historia ofrece múltiples ejemplos de estructuras sociales
horizontales creadas por el movimiento obrero, desde el colectivismo, al
comunismo libertario o al mutualismo.
A día de hoy también surgen ejemplos de búsqueda de alternativas, desde los grupos de consumo a las cooperativas integrales.
Desde CNT hacemos un llamamiento a tomar el control de nuestras
propias vidas y a organizarnos, porque para cambiar las cosas hacen
falta personas que hagan, no que deleguen. En CNT promovemos la
abstención activa, pues no se trata sólo de no legitimar sus procesos
electorales (desmovilizándonos y acomodándonos, esperando pasivamente
que otros hagan nuestro trabajo), sino de participar directamente en la
solución de nuestros problemas, agrupándonos en colectivos y
organizaciones horizontales y asamblearias, manteniendo la independencia
económica y política, sin injerencias, y al servicio de los intereses
de la clase trabajadora.
Ni queremos, ni podemos, ni sumamos votos: nos organizamos.